viernes, 11 de diciembre de 2009

La insoportable leveda del ser

La insoportable leveda del ser: "Milan Kundera



INTRODUCCIÓN

Es una historia de amor, de celos, de sexo, de traiciones, de muerte, de las debilidades y paradojas de la vida cotidiana de dos parejas cuyos destinos se entrelazan irremediablemente. Teresa ama a Tomás y siente celos porque él tiene un irrefrenable deseo de otras mujeres, no obstante siente un terco amor por ella. Franz idealiza a Sabina, amante también de Tomás, mientras que Sabina persigue incansablemente una libertad que tan sólo la conduce a la insoportable levedad del ser.

RESUMEN

Primera Parte: La levedad y el peso

Desde Parménides en el siglo sexto antes de Cristo, se plantea el cuestionamiento entre la levedad y el peso, cuál de estos es mejor, sentirse con el peso de las responsabilidades y la vida, y que a su vez hacen que el ser sea más real, o la levedad en sus actos, que lo aparta del mundo y lo convierte en más ligero que el aire. Es un cuestionamiento que surge a partir del eterno retorno, los constantes círculos de la vida de los cuales nunca estamos libres.

Tomás conoció a Teresa una noche, ella vivía en un pequeño pueblo en Checoslovaquia y él estaba allí porque el director del hospital local le pidió que atendiera el lugar durante su ausencia. Pasaron una noche juntos y la segunda vez que se vieron, ella enfermó de gripa y permaneció bajo el cuidado de Tomás por dos semanas. Tomás era un solterón que después de su divorcio, disfrutaba de su libertad. En su casa no tenía más que una cama, y a todas sus amantes les pedía que no se quedaran a dormir en su departamento. Pero el día que conoció a Teresa, no estaba seguro si debía invitarla a vivir con él en Praga, pues la veía como un pequeño niño, dentro de un cesto, soltado en el río y esperando a ser rescatado. No obstante, Tomás no hizo nada y se marchó de vuelta a Praga.

Después de dos semanas, Teresa fue a Praga y Tomás, no dudo en ir por su maleta grande y pesada, a la estación de trenes para que se quedara con él el tiempo que ella permanecería allí. Esto le impresionaba al propio Tomás, pues estaba convencido de que no viviría nunca más con nadie, pero la imagen de que Teresa era un niño abandonado, siempre le venía a la mente y le inspiraba a tratar de protegerla.

Al poco tiempo, Tomás rentó un departamento para Teresa, el cual estaba casi siempre desocupado porque Teresa se quedaba con él. No obstante, esto no era un impedimento para que Tomás siguiera teniendo relaciones con otras mujeres. Teresa estaba consciente de ello y siempre tenía pesadillas en las noches que reflejaban su afectación por las infidelidades de Tomás.

Después de un tiempo, Tomás y Teresa contrajeron matrimonio y él le regaló un perro, una mezcla entre San Bernardo y pastor alemán, a quien nombraron Karenin, pues cuando Teresa fue a Praga en busca de Tomás, llevaba en el brazo el libro de Ana Karenina.

Tomás tenía una amante llamada Sabina, era pintora y se veían en su estudio. A ella le gustaba Tomás porque era todo lo contrario al hombre común, él representaba lo contrario al Kitsch. Mientras que a Tomás le gustaba Sabina porque entre ellos existía cierto aprecio y respeto, además de que Sabina era una mujer muy hermosa.

En 1968, los tanques rusos entraron a Praga e invadieron la ciudad. Para ese entonces, Teresa trabajaba en una revista como fotógrafa gracias a las referencias de Sabina, y durante la ocupación estuvo tomando muchas fotos de los tanques, los soldados, etc. Una semana después de los sucesos, Tomás recibe la propuesta de trabajar en un hospital en Suiza. Teresa accede a ir con él, pues se sentía infeliz en Praga después de que la acción y el peligro habían terminado.

Sabina ya había emigrado a Suiza, vivía en Ginebra, mientras que Tomás, Teresa y Karenin fueron a Zurich. Sabina y Tomás sólo se veían cuando ella estaba en Zurich, pues él no hallaba excusas para salir irse de la ciudad.

Un día, Teresa dejó una carta de despedida para Tomás y se regresó a Checoslovaquia con Karenin, y dadas las condiciones actuales del país, ella ya no podría volver a salir, así que su partida parecía increíblemente definitiva después de 7 años juntos.

Al quinto día desde la partida de Teresa, Tomás sentía una infinita compasión por ella y como su ausencia le afectaba, renunció a su puesto en Suiza y regresó a Praga.



Segunda parte: El alma y el cuerpo

En este capítulo se explora la relación entre el alma y el cuerpo para Teresa a partir de las experiencias de su infancia y con su madre.

La madre de Teresa era una mujer muy guapa que tenía 9 pretendientes, pero se casó con el noveno porque se embarazó de Teresa. Ya desde entonces surge un sentimiento de rechazo en contra de su hija porque, en cierta forma, ella es la causante de sus penas. Después de un tiempo, la madre Teresa abandona a su hija y a su esposo, se une a un estafador y se va a vivir a un pueblo en la montaña. Cuando el padre de Teresa muere, ella tiene que ir a casa de su madre a vivir. De pequeña, se miraba mucho en el espejo, tratando de ver su alma a través del espejo, separada del cuerpo.

Su madre era una desvergonzada, andaba por la casa completamente desnuda y si Teresa corría a cerrar las cortinas para cuidar la intimidad de su madre, ella se burlaba recalcándole que todos los cuerpos eran exactamente iguales, no había que ocultarlo. Es a raíz de estos sucesos, que Teresa tiene tantas pesadillas en donde está con varias mujeres desnudas esperando a Tomás, y ella es una más de tantas. Teresa lo que desea es ser el único cuerpo para Tomás. Al ser constantemente engañada, pierde la individualidad de su cuerpo.

Un día, la madre de Teresa le escribió a su hija que fuera a verla porque estaba enferma de cáncer, pero dado que Tomás era doctor, descubrió que eso no era cierto y Teresa no fue.

El día que se conocieron Tomás y Teresa se presentaron varias casualidades que los unió: la primera fue que Tomás tomara el turno en el hospital del pueblo en donde Teresa vivía y que él fuera a tomar un café en el restaurante donde ella trabajaba. Cuando él entró al lugar, se escuchaba por la radio un cuarteto de Beethoven que a los dos les gustaba mucho.

Antes de la ocupación rusa, Teresa fue a tomarle fotos a Sabina en su estudio. La cámara servía a Teresa simultáneamente como ojo mecánico con el cual observaba a la amante de Tomás y como velo con el cual se cubría la cara ante ella. Teresa tomó fotos de Sabina desnuda y posteriormente, Sabina le ordenó a Teresa que se desnudara, tal y como Tomás daba dicha orden. Tomás había unido a las dos mujeres como para transformar inesperadamente una inocente conversación con mujeres en una situación erótica.

Durante los 7 días de la ocupación rusa, Teresa tomó muchas fotografías de los tanques, los soldados, las agresiones, las mujeres que coqueteaban con los soldados. Sus rollos los entregó a periodistas extranjeros. Cuando fue a Suiza reveló cuidadosamente algunas fotografías de los acontecimientos y las llevó a una editorial, pero no quisieron publicarlas porque ya no eran noticia, no obstante, le propusieron que fotografiara cactus, pero Teresa se negó a hacerlo.

Teresa se sentía débil y triste, como su pueblo, pero lo que la llevó a decidir que no podía continuar más y abandonar a Tomás, fue la llamada telefónica de una mujer extraña que buscaba a Tomás y se reía de Teresa antes de colgar.

Teresa decidió regresarse a Praga y terminar con todo lo que la ataba a Tomás, pues en Suiza, no tenía escapatoria, sólo dependía de él y en Praga podría hacer algo más.

Después de 5 días, Tomás regresó a Checoslovaquia.



Tercera Parte: Palabras incomprendidas

Este capítulo está destinado a la vida de Sabina y su relación con Franz, un suizo que conoció en Ginebra y de quien era amante secreta. Franz estaba casado con Marie Claude y tenía una hija de 18 años llamada Marie Anne. A Franz no le gustaba tener relaciones con Sabina en Ginebra, así que siempre viajaban por Europa para sus encuentros amorosos.

Por otro lado, se hace un recuento de la vida de Sabina en la Bohemia, cuando su padre la obligó a ir a la Iglesia para después enviarla al Partido Comunista. Sabina estudió pintura en la academia de Checoslovaquia y realizaba pinturas que no tuvieran ninguna relación entre sí. Ella guardaba como reliquia el sombrero negro con forma de hongo de su abuelo, quien había sido alcalde de un pequeño pueblo. Dicho sombrero lo llevaba a todas partes y representaba un símbolo cuando tenía sus encuentros amorosos con Tomás.
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